miércoles, 26 de marzo de 2008

10 Sugerencias a un adorador

MOTÍVATE: Ten muy claro un motivo para tu momento de adoración; la Biblia nos dice que Dios tiene sus delicias tratando con nosotros; S. Juan de la Cruz asegura que, aún esos ratos de oración débil, los tiene Dios en mucho... No busque mejor motivo.

DESCALZATE: Ante la Eucaristía descalza tu cuerpo: cuida tu postura, relaja tus músculos, aquieta tu respirar. Descalza tu mente: recoge tus sentidos, recuerdos, afectos... Descalza tu espíritu: "Sólo los limpios de corazón verán a Dios"...

ESCUCHA: Eres orante en la medida que eres buscador y escucha de tu Dios. Está en cada criatura, en cada acontecimiento, en su Palabra, en la Eucaristía. Tu escucha ha de ser... contemplativa. Esto es, todo lo has de buscar, con paz, con amor y con espíritu de fe. Reconociendo que sólo descubrimos lo que el espíritu nos muestra.

DIALOGA: Con un Dios cercano. Con un Dios alimento. Y tu camino es duro. Y largo. Y en más de una ocasión dices que no puedes más.¿Comulgas? Con un Dios compartido por todos cuantos comemos ese mismo Pan o bebemos esa misma sangre. Si Él se partió y repartió por el bien de todos, también tu debes partirte y entregarte por los demás... Con un Dios oculto: Pese a su "real Presencia" la Eucaristía sigue siendo "Misterio de fe". Sólo en la medida en que con la fuerza del espíritu logres contemplar a Dios tras esas apariencias de pan y vino, lo contemplarás al trasluz de cada hecho de vida. Es, en fin, el Dios que vino y el Dios que vendrá. Y, por ello, no puede haber recuerdo ni esperanza que no puedas proyectar en la blanca pantalla de una Hostia consagrada.

ADORA: La adoración es la cima de toda modulación orante. Tanto, que sólo a Dios podemos y debemos... adorarle. La actitud adoradora parte de una radical y sincera "humildad". Se manifiesta en una inefable sensación de asombro. Esto es, en una especie de estremecimiento del alma ante la grandeza de Dios y las maravillas que ha hecho y hace sobre todos y sobre mí. Se polariza en un tipo de oración que es: teocéntrica, entusiasta, desinteresada y por lo mismo, pura alabanza divina. Y puede proyectarse en determinados gestos (genuflexiones, postraciones, brazos y manos recogidos o elevados a lo alto,..).

CALLA: El Silencio es el mejor medio de comunicación con Dios. Hay que callar para escuchar, hay que detenerse para ver. Aprovechemos el silencio para decirle a Cristo “habla Señor, que tu siervo escucha”.

AGRADECE: Gracias por... No olvide que el coeficiente de tu gratitud marcará el de tu "saberte amado de Dios": base de toda vida de fe. Agradece, sobre todo, su don de la Eucaristía.

INTERCEDE: Como Moisés un día; como el mismo Cristo más tarde; todo adorador tiene que asumir ante Dios un rol sacerdotal ineludible. Y unas cuantas veces harás de altar y otras te tocará ofrecerte como victima. Y siempre como puente entre Dios y los hombres. Por todo ello, no finalices nunca tu momento de adoración sin presentar al Señor las intenciones de su Vicario, las de quienes se han acogido explícitamente a tu oración, las de todos los hombres de buena voluntad. Pide, en fin, sintonizando con las alegrías y dolores de toda la Humanidad.

ENTRÉGATE: Si toda oración ha de concluir en compromiso, mucho más la adoración. En efecto, "los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad" dice san Juan. En espíritu, esto es, ofreciéndose por entero a Aquel a quien adoran. En verdad, sin quedarse mirando al cielo, embobados ante la grandeza y maravillas divinas.

VIVE: Salta continuamente de la adoración a la vida y de ésta a aquélla. Lo conseguirás si : Ves a Dios en todas partes, le estimas sobre todas las cosas, le ves como meta de todos los caminos y objeto de todos los deseos... Le sientes como algo cercano y... concibes tu vida como un ir gritando:¡Qué admirable, Señor, es tu nombre en toda la Tierra!

lunes, 24 de marzo de 2008

Naturaleza de la Adoración Nocturna

Los adoradores, una vez celebrado el Sacrificio eucarístico, permanecen durante la noche por turnos ante el Sacramento, rezando la Liturgia de las Horas y haciendo oración silenciosa.
Los fines de la AN son los mismos de la Eucaristía. Son aquellos fines de la adoración eucarística ya señalados por la Bula Transiturus de 1264, por el concilio de Trento, por la Mediator Dei o en la Eucharisticum mysterium: adorar con amor al mismo Cristo; adorar con Cristo al Padre «en espíritu y en verdad»; ofrecerse con Él, como víctimas penitenciales, para la salvación del mundo y para la expiación del pecado; orar, permanecer amorosamente en la presencia de Aquel que nos ama...Éstos fines son los que una y otra vez han subrayado los Papas al dirigirse a la AN:«El alma que ha conocido el amor de su divino Maestro tiene necesidad de permanecer largamente ante la Hostia consagrada y de adoptar, en la presencia de la humildad de Dios, una actitud muy humilde y profundamente respetuosa» (Pío XII, Alocución a la AN, Roma, AAS 45, 1953, 417).«La presencia sacramental de Cristo es fuente de amor. Amor, en primer lugar al mismo Cristo. El encuentro eucarístico es un encuentro de amor... Y amor a nuestros hermanos. Porque la autenticidad de nuestra unión con Jesús sacramentado ha de traducirse en nuestro amor verdadero a todos los hombres, empezando por quienes están más próximos» (Juan Pablo II, Alocución a la AN, Madrid 31-X-1982). En la adoración eucarística y nocturna, los fieles se unen profundamente al Sacrificio de la redención -centro absoluto de la vigilia-, acompañan a Jesús en su oración nocturna y dolorosa de Getsemaní:«Quedáos aquí y velad conmigo... Velad y orad, para que no caigáis en tentación... En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían sobre la tierra» (Mt 26,38.41; Lc 22,44).Los adoradores alaban al Señor y le dan gracias largamente. Le piden por el mundo y por la Iglesia, por tantas y tan gravísimas necesidades.«En esas horas junto al Señor, os encargo que pidáis especialmente por los sacerdotes y religiosos, por las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada» (Juan Pablo II, ib.).Los adoradores, en las vigilias nocturnas, permanecen atentos al Señor de la gloria, el que vino, el que viene, el que vendrá.«¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada!. Yo os aseguro que él mismo recogerá su túnica, les hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirles. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!» (Lc 12,37-38).Los adoradores, perseverando en la noche a la luz gloriosa de la Eucaristía, esperan en realidad el amanecer de la vida eterna, de la que precisamente la Eucaristía es prenda anticipada y ciertísima:«La sagrada Eucaristía, en efecto, además de ser testimonio sacramental de la primera venida de Cristo, es al mismo tiempo un anuncio constante de su segunda venida gloriosa, al final de los tiempos.«Prenda de la esperanza futura y aliento, también esperanzado, para nuestra marcha hacia la vida eterna. Ante la sagrada Hostia volvemos a escuchar aquellas dulces palabras: "venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré" (Mt 11,28)» (Juan Pablo II, ib.).

Fines complementarios.

La AN no agota su finalidad con la pura celebración de las vigilias mensuales. A ella le corresponde también, por Estatutos, promover otras formas de devoción y culto a la sagrada Eucaristía, siempre dentro de la comunión de la Iglesia y la obediencia a la Jerarquía apostólica.Los adoradores, pues, cada uno en su familia, en su parroquia o allí donde puedan actuar -colegios, asociaciones laicales y movimientos, etc.-, han de promover la devoción a la Eucaristía y el culto a la misma. Ésta es la proyección apostólica específica de la AN. Otras actividades apostólicas podrán ser cumplidas por los adoradores en cuanto feligreses de una comunidad parroquial o miembros de determinados movimientos laicales. Pero en cuanto adoradores han de comprometerse en el apostolado eucarístico. Señalaremos, a modo de ejemplo, algunos de los objetivos que los adoradores deben pretender con todo empeño, con oración insistente y esperanzada, y con trabajo humilde y paciente:-Practicar con frecuencia las visitas al Santísimo y difundir esta preciosa forma de oración. Esto ha de ir por delante de todo. El adorador nocturno ha de ser también un adorador diurno.-Conseguir que, según lo que dispone la Iglesia (Ritual 8; Código 937), haya iglesias que permanezcan abiertas durante algunas horas al día, de modo que no se abran sólo para la Misa o los sacramentos. Al menos en la ciudad y también en los pueblos más o menos grandes, en principio, es posible conseguirlo. Éste es un asunto muy grave. La vida espiritual del pueblo católico se configura de un modo u otro según que los fieles dispongan o no de templos, de lugares idóneos no sólo para la celebración del culto, sino para la oración. El Ritual de la dedicación de iglesias manifiesta muy claramente que las iglesias católicas han de ser «casas de oración».-Procurar la dignidad de los sagrarios y capillas del Santísimo.-Fomentar en la parroquia, de acuerdo con el párroco y en unión si es posible con otros adoradores, algún modo habitual de culto a la Eucaristía fuera de la Misa: exposiciones del Santísimo diarias, semanales o mensuales, celebración anual de las Cuarenta Horas, o en fin, lo que se estime más viable y conveniente.-Promover en alguna iglesia de la ciudad alguna forma de adoración perpetua durante el día. Los adoradores activos, y también los veteranos, han de ofrecerse los primeros para hacer posible la continuidad de los turnos de vela.-Cultivar grupos de tarsicios, es decir, de adoradores niños o adolescentes: animarles, formarles, guiarles en sus reuniones de adoración eucarística. San Tarsicio, en los siglos III-IV, fue un niño romano, mártir de la Eucaristía.-Difundir la devoción eucarística en colegios católicos, reuniones de movimientos apostólicos, Seminario, ejercicios espirituales, catequesis, retiros y convivencias.-Procurar que el Corpus Christi sea celebrado con todo esplendor, y guarde su identidad genuina, la que es querida por Dios, de tal modo que esta solemnidad litúrgica no venga a desvanecerse, ocultada por otras significaciones -por ejemplo, el Día de la Caridad-. Por muy valiosas que sean estas otras significaciones, son diversas.Insistamos en lo primero. Si un adorador tiene de verdad amor a Cristo en la Eucaristía, si quiere ser de verdad fiel a su propia vocación, la que Dios le ha dado, ¿cómo podrá limitar su devoción y acción a una vigilia mensual?

Vigilias mensuales

Las vigilias mensuales se celebran normalmente en una iglesia fija, que puede ser una parroquia, un convento o a veces, donde existe, el oratorio propio de la AN. Y tienen «una duración mínima de cinco horas de permanencia, incluida la santa Misa». En ocasiones, ese tiempo se verá reducido, cuando, por ejemplo, es el grupo muy pequeño y no es posible establecer varios turnos sucesivos de vela.En la vigilia un sacerdote celebra la Eucaristía y, si le es posible, administra antes el sacramento de la penitencia a los adoradores que lo desean, les acompaña en la vigilia, y da la bendición final con el Santísimo. Está prevista, sin embargo, la manera de celebrar vigilias sin sacerdote, allí donde por una u otra razón no hay uno disponible.Notas esenciales de la AN son tanto la nocturnidad como la adoración prolongada, que para poder serlo se realiza normalmente en turnos sucesivos. Es la modalidad tradicional que el mismo Ritual de la Iglesia recomienda, en referencia a comunidades religiosas:«Se ha de conservar también aquella forma de adoración, muy digna de alabanza, en la que los miembros de la comunidad se van turnando de uno en uno o de dos en dos, porque también de esta forma, según las normas del instituto aprobado por la Iglesia, ellos adoran y ruegan a Cristo el Señor en el Sacramento, en nombre de toda la comunidad y de la Iglesia» (90). Las vigilias de la AN se desarrollan siguiendo un Manual propio que es bastante amplio y variado -la edición española tiene 670 páginas-, en el que se incluyen un buen número de modelos de vigilias, siguiendo los tiempos litúrgicos, en las diversas Horas. Recoge también otras oraciones y cantos.

La Adoracion Nocturna en Ponce, PR

Aunque la Adoración Nocturna Puertorriqueña cumplira 100 años en el 2015, en la iglesia local de la Diócesis de Ponce lleva aproximadamente 1 año y medio. Esta cuenta con 5 turnos divididos de la siguiente manera:

  1. La Resurrección (María Sagrario Eucarístico) "Glenview" 1ros viernes a las 7:00 pm.
  2. San José Obrero "El Tuque" 2ndo viernes a las 10:00 pm.
  3. Santa María Reina "Ave la Americas" 3ros viernes a las 11:00 pm.
  4. Nstr Sra del Carmen (La Encarnación) "Coto Laurel" 4tos viernes a las 10:00 pm.
  5. San Joaquín y Santa Ana "Adjuntas" 1ros Sábados a la 7:00 pm.

Todos los caballeros interesados en participar de algunos de los turnos se puede comunicar con nosotros al 787-375-4946 o por e-mail wilaquino@yahoo.com .

De seguro no se arrepentirá de compartir con nosotros una noche con el Señor, tal como la pasaban los apóstoles velando con Jesús.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Adoremus in Aeternum Sanctisimum Sacramentum!!!

Bienvenidos al blog Oficial de la Seccion Adoradora Nocturna de Ponce, PR